Tras la noticia en el día de ayer la muerte de un conocido, amigo, entrenador he querido deliberar y compartir con ustedes una reflexión acerca de “la fragilidad de la vida”.
Nos pasamos la vida corriendo, haciendo los deberes, trabajando, etc., preocupándonos de cosas banales, sin pensar que la vida es pasajera, que el tiempo que invertimos ahora, no se recupera.
Cuando somos niños, el tiempo se nos pasa haciendo lo que realmente queremos, sin preocuparnos de lo que puedan decir o qué repercusión puede tener el hecho de acometer un determinado acto, simplemente somos espontáneos y actuamos en base a lo que nos dicta el corazón y el raciocinio, “no estamos contaminados”-
A medida que vamos creciendo, son nuestros padres los que nos dicen lo que tenemos que hacer, cómo y hacia dónde dirigirnos, nos dicen lo que es bueno y lo que es malo “empezamos a formar parte de un ganado”, "empezamos a formar parte del sistema".
Cuando llegamos a la vida adulta, el propio sistema o la sociedad no introduce en una dinámica imparable: nos llenamos de responsabilidades, compromisos para con los otros, mala alimentación por los márgenes horarios, etc., “nos vamos olvidando y distanciando de nosotros mismos”
Todos y cada uno de nosotros entramos en el juego que el propio sistema nos impone y vamos por la vida en automático, hasta que llega un momento en que la vida nos para y nos dice “no es por ahí”. A veces solo nos "pega un susto" pero en otras ocasiones, como el caso de mi entrador, conocido y amigo nos para de tal manera que ya no hay retorno, y nos dice “ hasta aquí llegaste y cumpliste con tu propósito”
Ayer por la mañana como todos los sábados desde hace algún tiempo fui a mi gimnasio y ahí estaba él, hablamos un ratito y empecé a entrenar, cuando termine me despedí de él y de otros compañeros hasta el lunes,”dije”, sin saber que el lunes solo era para mi y para los otros, no para él, no iba a llegar.
Estos hechos tan dramáticos, drásticos y poco comprensibles para nuestro raciocinio, a parte de generar dolor, frustración y rabia, me hace reflexionar en la forma en la transitamos esta vida, sin tiempo, en muchas ocasiones sin propósito, y sobre todo en automático, sin pensar que esto nos puede pasar a cada uno de nosotros.
Dejemos de mandarnos deberes como si no hubiera un mañana. Cada persona con una herramienta distinta en una espiral que no lleva a ninguna parte.
Enfrentemos a las situaciones inéditas de nuestras vidas pero cuando acontezcan, disfrutemos de nuestro presente, "el aquí y ahora", solo este momento es cierto. Olvidemos el pasado, en el que a veces nos quedamos anclados, desencadenando y sufriendo de depresión, el pasado no se puede cambiar. Hay un proverbio que dice "si un problema no tiene solución para que te preocupas, y si lo tiene, simplemente actúa". No vivamos en el futuro, creando escenarios ilusorios, que lo único que nos aporta es ansiedad, son hechos inciertos creados por nuestros propios miedos y nuestros traumas.
Alejemonos de personas y situaciones tóxicas que nos restan tranquilidad y perturban nuestra serenidad, que en definitiva, es lo único que nos debería de importar y por lo que deberíamos trabajar y luchar, comprometernos con nosotros mismos, de esa manera viviremos en paz y con serenidad y en consecuencia contaminaras a tu entorno.
“Aprendamos a valorar nuestro tiempo, es lo único que no retorna”.
D.E.P Jose.
Mi entrenador.
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